Cuando asumimos la tarea de restaurar una obra de arte, un mueble antiguo una porcelana, o un documento, debemos ser conscientes que tenemos ante nosotros una gran responsabilidad, técnica y ética.
El resultado de nuestra intervención va a ser valorada por la imagen estética que le hayamos devuelto al objeto, pero también de la lectura que se haga de el desde el punto de la perspectiva de su autenticidad y respeto a la consciencia histórica.
Desde el punto de vista ético nuestra actuación debe ser precedida por un análisis histórico, cultural, de la materialidad y su comportamiento hasta este momento y en el futuro.
No se trata de "arreglar o renovar "un objeto antiguo deteriorado. Nuestra premisa debe ser siempre Conservar y Mantener antes que restaurar.
La prudencia nos indica que debemos actuar siempre privilegiando la autenticidad de la obra, cualquiera sea su estilo, su época y su uso.
Cuando, sin embargo nos vemos obligados a intervenir un objeto para que recobre su memoria histórica y su uso cotidiano, nuestra acción debe ser respetuosa, prudente y siempre reversible.